Políticos de frase hueca

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“La vida es como un cuento relatado por un idiota, un cuento lleno de palabrería y  frenesí que no tiene ningún sentido”.  (William Shakespeare).

En una época que demanda mensajes claros, inequívocos, concretos y tangibles, buena parte de nuestros políticos se siguen escondiendo en frasecillas huecas, topicazos, refranes, eufemismos y palabrería barata. Esto se debe a dos circunstancias: la primera es que carecen de ideas… en realidad no tienen nada que aportar. Solución, hablar sin decir nada. La segunda es la creencia todavía extendida entre los políticos más rancios (demasiados) de que ”la gente es tonta” y que se le puede engañar juntando con habilidad cuatro palabras que suenen bien. Error. La gente no es tonta. El bla, bla, bla ya no cuela.

Así, ya no diga privatizar; diga externalizar.

No diga amnistía fiscal, ni diga que el Estado blanquea dinero a cambio de una comisión (algo que es delito); diga gravamen para regularizar activos que permanecen ocultos.

No diga abaratar el despido; diga flexibilizar el mercado laboral.

No diga que se ha traicionado un programa electoral: diga que se ha pedido un esfuerzo a los ciudadanos. ¿Pedido?

“Cualquier ama de casa lo sabe: no podemos gastar más de lo que ingresamos”. Frase repetida hasta la saciedad. Comparar la gestión de un hogar con la de un país es un insulto a la inteligencia. Un hogar puede reducir gastos sin que se reduzcan sus ingresos. Un Estado no: si gasta menos, ingresa menos… y así hasta frenar por completo la economía de la nación.

“Tenemos que mirar a los ojos de la gente”, decía el otro día una dirigente socialista. ¡Qué clase de tontería es esa!  ¿Qué significa eso? ¿Cuál es su contenido?

“Estoy dispuesto a alcanzar consensos”, insiste Rajoy. Claro que en el diccionario de Mariano, “consenso” significa “aquí se hace lo que yo diga, que por algo  tenemos mayoría absoluta”.

Para Montoro, “algo se mueve en las entrañas mismas de España” porque el paro ha bajado en 58.000 personas en diciembre. Prefiere obviar  el ministro que en 2012 se han destruido 2.000 empleos al día, y que en este mismo diciembre, el número de afiliados a la Seguridad Social descendió en 88.000 personas. También olvida que todo el empleo creado es en precario. Porque la reforma laboral no sólo facilita el despido, sino que incentiva el contrato basura, el contrato indigno, en una nueva forma de neoesclavismo que se abre camino.

Señores políticos: suban el nivel, si son capaces. Dejen de tratarnos como estúpidos, de camuflarse entre frasecillas de medio pelo, y sobre todo, si no tienen nada que decir, cállense. Es mejor estar callado y parecer idiota, que abrir la boca y confirmar que lo eres.