viernes, 22 de mayo de 2015

24-M: banco de pruebas

"Con todo lo que ya se sabe, muchos volverán a ser votados, y tendremos que admitir que somos un país de mierda". José Sacristán.

Recientemente, el rotativo británico “The Guardian” publicaba un interesantísimo artículo: “¿Por qué seguimos votando a idiotas?”. Lo explicaba en base a dos principios de la psicología: el “efecto Dunning-Kruger” y la “ley de la futilidad de Parkinson”. Las conclusiones son descorazonadoras: las personas menos inteligentes suelen tener un alto concepto de sí mismas y una elevada autoestima (el atrevimiento de la ignorancia),  lo cual les permite ser convincentes y ofrecer aparentes soluciones sencillas a problemas complejos. Asimismo destinan muchos esfuerzos a temas insignificantes pero muy cercanos al público, y pasan por alto los asuntos realmente delicados. Por el contrario, las personas inteligentes dudan, analizan, saben que las soluciones no son tan sencillas, van a lo importante antes que a lo urgente... y eso les aleja de la gente. Si eres inteligente y culto, y quieres triunfar en política, disimula. “No todos los políticos son idiotas, pero la mayoría sí”, concluye The Guardian.