Todo empezó un 23 de agosto de 2011. Zapatero sucumbe a las presiones de la insaciable derecha liberal europea. Se sienta con Rajoy y juntos, café para dos/fumando un cigarrillo a medias, reforman la Constitución y aprueban un techo de gasto que condenaba a los españolitos a largos años de empobrecimiento, desigualdades e injusticias. El gobierno del PSOE se encargaba de allanarle el camino a la sangría que preparaba el PP.
En aquel momento, ZP debió dimitir y convocar elecciones: “no es mi programa y no estoy dispuesto a asumir medidas que me imponen y que no comparto”, habría explicado. No lo hizo. Tiró por la bordo seis años de brillante desarrollo social y legislativo. Traicionó el encargo del “no nos falles” y dejó a su partido en una indefinición ideológica que sigue sin resolver.
A partir de entonces, el PSOE desconectó de la izquierda, emprendiendo un descarado viaje hacia el centro… pareciéndose cada vez más al PP y renunciando a hacer una oposición que el país pedía a gritos y que necesitaba más que nunca. Hoy, lo que comparten PP y PSOE es mucho más de lo que les separa. Juegan a lo mismo, aunque pretendan disimularlo.
Los indicios que apuntan a un declive del bipartidismo han terminado por poner en el mismo barco a populares y socialistas. Ahora, los dos coinciden en que su alternancia es la única capaz de garantizar eso que llaman estabilidad, y que no es sino puro inmovilismo.
Corrupción. Se ladran pero no se muerden. Hacen como que sí, pero no. Yo te ataco con Rato… pero poco, y tú me atacas con los ERE, pero poco. Yo paso de puntillas por lo de Santiago, por lo de Alicante…, y tú por lo de Lugo, por lo de Ourense… Vamos a llevarnos bien, pero que parezca que no
El PSOE no ha querido o no ha podido plantear una oposición seria y dura en asuntos como los rescates de los bancos, los desahucios, las privatizaciones, el desmantelamiento de lo público, los indultos arbitrarios…Se han opuesto… pero poco. Han dejado hacer (mejor dicho deshacer) al PP, que supo aprovechar la fragilidad del adversario para llevar a cabo una escabechina sin precedentes en las entrañas del país.
PP y PSOE ya capaces de pactar presupuestos
en ciudades tan importantes como Vigo, o de sumar sus fuerzas para evitar
cualquier investigación del accidente de Santiago, que a ambos salpicaba y en
el que fallecieron 79 personas. ¿Sobre la reforma de la Constitución? Los dos
de acuerdo: ni sí, ni no. En lo que nos vaya bien, sí; en lo que nos vaya mal,
no. Y por supuesto los dos le niegan a Podemos el derecho a existir: “con
Podemos viene el coco”, concluyen juntitos... Populares y ex socialistas saben
que ahora mismo se necesitan: buscan exactamente a lo mismo.
En definitiva, PSOE y PP parecen defender la misma idea: cambiémoslo todo para que todo siga igual… que así nos va muy bien. Sus anhelos de regeneración democrática del sistema son puro marketing, una campaña de imagen... fallida. Ocho añitos, tú, ocho añitos yo… y todo controlado. Están muy cómodos turnándose. Que nadie venga a molestar ni a meter las narices donde no le llaman.
Eso
sí, el PSOE ha hecho más concesiones que el PP. El PSOE ha perdido más que el
PP. El PP mantiene muchos rasgos de derecha (reforma laboral, privatización,
desigualdades) pero para encontrar izquierda en el PSOE hay que echarle mucha
imaginación. Por perder, ha perdido hasta su medio de comunicación de
referencia: hoy, El País es un periódico de centro derecha.En definitiva, PSOE y PP parecen defender la misma idea: cambiémoslo todo para que todo siga igual… que así nos va muy bien. Sus anhelos de regeneración democrática del sistema son puro marketing, una campaña de imagen... fallida. Ocho añitos, tú, ocho añitos yo… y todo controlado. Están muy cómodos turnándose. Que nadie venga a molestar ni a meter las narices donde no le llaman.
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