¿Por qué entonces tanta atención al ébola? Para todas las demás enfermedades, Occidente tiene cura fácil y a mano. Miles de africanos pueden morir cada día de malaria sin que pase nada: no hay problema, porque si la malaria llega al primer mundo la curamos en 24 horas. Incluso el VIH ya se puede controlar con un tratamiento farmacológico adecuado. Pero ¿y si llega el ébola? Al fin, Occidente se siente aludido por una enfermedad “africana”. Puro miedo. La venganza microscópica del continente olvidado. Que se contagien occidentales es una fantástica noticia para África. Al fin las farmacéuticas buscarán vacunas y tratamientos. Cabe recordar aquí que el ébola mata en África desde 1976.
Una paradoja. O quizás algo así como justicia divina. El
mismo gobierno que levanta enormes e inhumanas vallas para que no entren
inmigrantes africanos en España es el mismo gobierno que ha introducido en el país un microscópico
virus letal.
Una cosa es que sean corruptos. O incompetentes. O que
defiendan oscuros intereses. O que entreguen la sanidad universal a sus
amiguetes. Pero el colmo es que se conviertan en un peligro para la salud
pública. El contagio de la enfermera nos lleva a preguntarnos en manos de quién
estamos.
La chapuza nacional y sus imprevisibles consecuencias no han
tardado en dar la vuelta al mundo. Marca España. Si Rajoy sintiera todavía el
más mínimo respeto por los españoles ya habría destituido a esta señora. Pensar
que ella pueda tener la dignidad de dimitir es ciencia ficción.
La forma en la que Pajares y García Viejo entregaron su vida
es admirable. Se critica ahora la conveniencia o no de la repatriación de los misioneros. La obligación
del gobierno era traerlos de vuelta. Y esa gente se lo merecía. Simplemente consistía
en hacerlo bien. Por lo visto, era mucho pedir. Más
allá de las responsabilidades políticas y humanas, ¿acaso no habría
responsabilidades penales del gobierno? ¿Y si aparecen nuevos casos?
Los medios afines al régimen (o sea, casi todos)
retransmitieron a todo trapo el traslado de Pajares por las calles de Madrid, y
presumieron de cómo la ministra “ofrecía su experiencia” a Europa para
gestionar casos similares. Hoy, los parlanchines de las tertulias de radio y
televisión se han convertido en grandes expertos en protocolos anti-ébola. No
obstante, mejor que hablen los que sí saben: un enfermero de la UCI del
Hospital La Paz alertaba en el momento del traslado del padre Pajares de graves
irregularidades: Decía:
El hospital no tiene la
infraestructura adecuada. (…) Carece de habitaciones de aislamiento con presión
negativa. (…) Los protocolos del Ministerio fueron modificados a gusto para
poder adaptarlos a las carencias: si no tenemos presión negativa, decimos que como
no está demostrada la trasmisión aérea no es necesaria tal medida. (…)Los
protocolos no fueron entregados al personal, ni expuestos en las reuniones con
enfermería. (…) No existen protocolos específicos de UCI. (…) El personal exige
la realización de cursos de capacitación para tratar estos casos. Se sustituían
las calzas por bolsas de plástico, no existían escafandras completas y venían a
decir que había que hacer un apaño para cubrirse la cara con cinta aislante. (…)
En este asunto hay mucha improvisación y una actitud temeraria por parte de los
que NO van a estar mirando al virus
a la cara.
Por supuesto, nadie le hizo ni
caso. Era un sindicalista rojo que sólo quería desestabilizar. No tardarán en
culpar a los trabajadores, incluso a la enfermera contagiada. O si no, dirán
que el virus es populista, bolivariano y proetarra. Cualquier cosa antes de
reconocer que estamos ante uno de los mayores despropósitos de la historia
reciente de España. Se busca gobierno capaz. Urge.
@RubenReyM
@RubenReyM
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