martes, 18 de marzo de 2014

La injusticia universal

No hace tanto tiempo, España servía como referencia para otros países que pretendían avanzar en legislaciones, políticas y actuaciones progresistas, pensadas desde, por y para las personas.  Desde el matrimonio homosexual a la ley ZP del aborto, pasando por la justicia universal, el “no a la guerra” o la Alianza de Civilizaciones, España se había convertido en vanguardia  mundial en protección de los derechos humanos, pacifismo, defensa de las víctimas y lucha contra la impunidad. Y todo, sin que las fronteras sirviesen como pretexto para frenar a la justicia. Así se reconocía a España en todo el mundo; a veces, incluso como un país adelantado a su tiempo. Por resumirlo de un modo más gráfico, España presumía de Garzón ante el mundo. Eso sí que era “marca España”.
La renuncia del gobierno popular a la justicia universal no es un asunto menor, ya que dice mucho acerca de la forma de pensar de esta gente: el dinero es su única ideología. Así, entre perseguir a un genocida carnicero o salvar un negocio... salvar el negocio. Entre resarcir a las víctimas de una dictadura atroz o conservar determinados vínculos comerciales... los vínculos comerciales. Entre buscar la verdad o plegarse a la diplomacia... mirar para otro lado. Entre la justicia y la dignificación de las víctimas, o la colocación de deuda y la economía...la deuda y la economía.
Hoy, España entierra el prestigio ganado otrora en materia de derechos humanos. Europa asiste con estupor a la deriva  española en materias como aborto, inmigración, politización de la justicia o represión ciudadana. La UE tira de las orejas día sí día también al gobierno español. Además, el planeta observa ahora con desazón como la España valiente que buscaba la justicia universal es reemplazada por una España subyugada ante determinados intereses, una España en la que el dinero vence por goleada a cualquier otro ideal, una España deshumanizada. El gobierno se equivoca al pensar que a los españolitos no nos interesa ninguna otra cosa que no sea la economía, que estamos dispuestos a vender soberanía, dignidad y justicia a cambio de un puñado de euros… porque no, no todos los españolitos somos como ellos.

Al Gobierno no le importa lo más mínimo ni el Tíbet, ni el Sahara, ni Couso, ni las peores dictaduras, ni los más execrables crímenes de guerra... Sólo le interesan los acuerdos comerciales y el mantenimiento de una diplomacia basada en el sometimiento de España y  en la cesión de soberanía.

Aunque bien pensado, si la Ley de Memoria Histórica les parece una tontería, si consideran que el país puede seguir adelante como si nada con miles de restos humanos esparcidos por fosas, descampados y cunetas, si creen que las familias de los represaliados "sólo buscan las subvenciones", si no les interesa la justicia en su propia casa, ¿cómo va a interesarles la justicia universal?

El argumento del PP contra la justicia universal es muy curioso: “la justicia universal promete mucho y no consigue nada”, dice Alonso. Como promete mucho y no consigue nada, en vez de conseguir que prometa mucho y consiga mucho, hacemos que no prometa nada y no consiga nada. Toma ya. Aunque por otra parte, ¿no les gusta tanto decir que vivimos en un mundo cada vez más globalizado? Pues para un mundo global, una justicia global, ¿no?

El PP no termina de entender correctamente aspectos esenciales de la democracia, como por ejemplo, la separación de poderes. Ningún otro poder puede decirle al poder judicial qué causas debe o no debe archivar. Tampoco el gobierno es quién para saltarse a su gusto tratados internacionales suscritos por España, y que constituyen pilares básicos de la defensa de los derechos humanos en todo el mundo.
El juez Pedraz es el primero en parar los pies al ataque a la justicia universal impulsado en solitario (como casi todo) por el PP. Ahora, cabe confiar en que el Tribunal Constitucional haga su trabajo, y en que Pedraz sólo sea el primero de tantos. De momento, la cacería política y mediática contra el juez ya ha empezado, al más puro estilo  Garzón, Castro o Silva.

P.D.: Por cierto, ¿alguien verdaderamente se cree que un chino va a dejar de hacer negocios en España por el hecho de que un juez español actúe contra un ex presidente chino? ¿O que China va a dejar de comprar deuda española por el hecho de que un juez español actúe contra un ex presidente chino? Si al chino le conviene el negocio, lo hará y punto. Si a China le interesa la deuda española, la comprará y punto. Y a Zemin que le den…
@losdiasfuriosos

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