martes, 14 de enero de 2014

El aborto, la cocina y el verdadero Gallardón

Detrás la reforma de la Ley del Aborto que proyecta el Gobierno se esconde una manera muy concreta de interpretar el papel de la mujer en la sociedad.  De algún modo, las mujeres son infantilizadas y pasan a estar tuteladas: incapaces de tomar decisiones de ámbito moral en su esfera privada, se legisla para que sepan lo que tienen que hacer. También se desliza la idea de que las mujeres abortan de forma irresponsable o frívola, que abortan "a lo loco", como si tal cosa. Nada más lejos de la realidad.  En definitiva, lo que subyace en la ley es que las mujeres o son malas o son tontas… o las dos cosas.
Visto lo visto, parece que el ministro Gallardón entiende que el lugar de la mujer es el hogar, y que su función social es meramente reproductiva. “A la cocina y a criar niños”, se lee entre líneas.
El problema también radica en mezclar ley y religión, y en confundir delito con pecado (con lo que la tradición católica denomina “pecado”). Gallardón considera, en virtud a sus creencias, que el aborto es un pecado. Perfecto. El error llega cuando transforma la subjetividad de un "pecado" en una ley objetiva, que criminaliza a las mujeres y las deja desprotegidas legal y sanitariamente. La cruzada ultracatólica de la derechona talibana contra lo que ellos denominan “relativismo moral” se lleva por delante la laicidad del Estado.

Como en otras ocasiones, en este caso también se está corrompiendo el lenguaje. Se utilizan sibilinamente determinadas palabras para ir colando ideología. Así, se habla de posturas  “pro-aborto” y de posturas “pro-vida”. Esta forma de hablar es pura manipulación. Nadie es “pro-aborto”: nadie está a favor del aborto como tal, cualquiera estaría encantado de que no se produjese ni un solo aborto… nadie es “pro-aborto”. De lo que sí se está a favor (80% de los españoles, según una encuesta reciente) es de la posibilidad de elegir en contextos muy determinados. No se es “pro-aborto”, se es “pro-elección”. Del mismo modo, todo el mundo es “pro-vida”, ya que nadie es “anti-vida”.

Volverá la clandestinidad, volverán los abortos en sótanos siniestros iluminados con un flexo, los juicios a doctores (aunque la insumisión de los jueces en estos casos se da por probable...), y volverá el turismo abortivo… para quien pueda pagarlo, por supuesto.

Por cierto, si Gallardón y los que comparten su reforma piensan que desde el mismo momento de la fecundación existe el ser humano como tal, y que por tanto el aborto no deja de ser un asesinato… ¿cómo se entiende entonces que existan  supuestos en los que sí se permite abortar? Si es un asesinato es un asesinato… no hay supuestos que valgan. No demos ideas…
En último término, cabe recordar que con la ley socialista que ahora se quiere tumbar se redujo considerablemente el número de abortos. Y también convendría subrayar, por si alguno no se ha enterado, que no se obligaba a nadie a abortar. Simplemente se le ofrecían a las mujeres garantías sanitarias, jurídicas, sociales y económicas para poder hacerlo en determinados casos si así lo decidían  en libertad.

Y tras la reforma del aborto, o las limitaciones de los derechos de reunión y manifestación, ¿qué será lo próximo? ¿Prohibir el divorcio?

P:D.: Y hay quien pensaba hace años que Gallardón era de los más progresistas del PP. Pues menos mal… “Os váis a enterar de quién es de verdad Gallardón. Lo voy a poner ministro de Justicia para que se tenga que quitar la careta.…”, habrá pensado Mariano, temiendo que pudiera tener en Alberto un enemigo en casa. Qué listo…

@losdiasfuriosos
losdiasfuriosos@gmail.com


1 comentario:

  1. El aborto no va a dejar de practicarse, por mucho que se intente ponerle trabas o limitaciones. Se trata de no ser hipócrita y que aquellas mujeres que quieran adoptar puedan hacerlo con garantías sanitarias. El aborto es un drama. Nadie aborta porque no tenga otra cosa mejor que hacer un jueves por la tarde...

    ResponderEliminar