martes, 10 de diciembre de 2013

Bancos, élites y delincuentes

Nunca faltaba un crédito para Díaz Ferrán. Nunca faltaba un crédito para Fernández de Sousa. Y así, para tantos otros. Si la cosa se pone muy fea, siempre aparece a tiempo una sustancial condonación de deuda. El exhaustivo control de riesgo que los bancos aplican ahora a familias, autónomos y PYMES contrasta con la frivolidad con la que este tipo de “élites empresariales”  accede a los préstamos. La banca: implacable en los desahucios de unos, y manirrota para favorecer los intereses particulares de otros. Fuerte con los débiles, y débil con los fuertes; siempre generosa a la hora de financiar alegremente a (presuntos) delincuentes.



Y es que en España hay tres formas de atracar un banco: Una: con una pistola y una media en la cabeza. Dos: formando parte del Consejo de Administración, y haciendo cosas como dividir una reunión de una hora, en dos de media hora, para cobrar así doble dieta (lo que se conoce como “método Barcina”). Tres: formando parte de esa casta empresarial que, nadie sabe por qué, o sí, tiene barra libre de crédito a pesar de su acreditada  negligencia e irresponsabilidad. Apréciese aquí la abundante presencia de apellidos compuestos en los Consejos de Administración de las grandes empresas. A menudo los mismos apellidos compuestos se repiten en diferentes Consejos.

Y si los créditos no son devueltos, y si las cuentas no dan, no hay problema: llegará el dinero del contribuyente (ese mismo contribuyente que no es digno de ser financiado) para rescatar a la banca. El Gobierno se hartó de decir que el dinero del rescate habría de ser devuelto por los bancos. Lo juraron y lo perjuraron. Hoy ya sabemos que la mayor parte del rescate no será devuelta. De este modo, se otorga carácter de impunidad a las malas prácticas financieras. Por si fuera poco, se anuncian los llamados DTA, unos beneficios fiscales que permitirán a la banca ahorrarse 30.000 millones de euros en  impuestos.

Pero vayamos a las élites. ¿Qué hay detrás de la permisividad y de la manga ancha con que actúan estas siniestras castas empresariales? El 72% del fraude fiscal es generado por grandes fortunas y multinacionales. Sólo con reducir este fraude a la media europea, España solucionaría sus problemas de deuda para 2013. Sin embargo, para luchar contra ese 72% de fraude sólo se emplean el 20% de los recursos de Hacienda, que utiliza el otro 80% en perseguir a particulares, autónomos y PYMES.

Ahora bien, al Gobierno no le tiembla el pulso a la hora de subir 31 tipos impositivos diferentes en apenas dos años, la mayoría de ellos con afectación directa en el ciudadano medio.

¿Qué hay detrás de esto? ¿Carencia de recursos? Quizás. ¿La habilidad de las grandes fortunas para escabullirse? Puede ser. Pero lo que en mayor medida está detrás de esta situación, que no se quiere corregir,  es la ideología, un modelo social que consagra a ciudadanos “ intocables” en virtud de su posición social, frente al “populacho”, presentado como el “malo malísimo”  por hacer una facturilla de 100 euros sin IVA. ¿Qué hay detrás del “caso CEMEX”? La sumisión al dinero, el dinero como ideología. ¿Qué hay detrás del “caso Infanta”? Que Hacienda no somos todos. ¿Qué hay detrás de la amnistía fiscal? ¿Quizás el pasado/futuro de Montoro como asesor fiscal de élites económicas? ¿Qué hay detrás de la fiscalidad española? El clasismo y el anhelo de que la desigualdad se siga abriendo camino. Sin duda,  lo están consiguiendo.

@losdiasfuriosos

3 comentarios:

  1. ¿Qué hay detrás de la permisividad con las grandes empresas? Pues que en sus poltronas se sientan muchos políticos "jubilados"... No van a ponerle trabas a quienes, fuera del Gobierno o de la vida política, les dan de comer...

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  2. Estupenda y clara exposición de esta realidad que nos ha tocado vivir. Ante ella nos queda poco más que un grito... como ese "Grito" espantado de Munch que ilustra el fondo de tu blog y nos anticipa su contenido.
    Habrá que unir muchos "gritos" como los tuyos e intentar que se escuchen a través de las urnas...

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  3. Y qué tendríamos que hacer para que nuestros "gritos" fueran escuchados?. La ambición personal de nuestros políticos les hace sordos.

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