martes, 8 de octubre de 2013

Catalunya y España

Siempre me ha sorprendido  la ligereza con que políticos y medios de comunicación diagnostican desde Madrid  lo que en Catalunya (también en Euskadi)  sucede. Lo hacen tratando de imponer a catalanes (o vascos) unas ideas preconcebidas, con un prisma simplista, casi pueril, dando pábulo  a una serie de topicazos que posiblemente no reflejen aquellas realidades. Da la sensación de que el resto de España no tiene demasiado interés en saber qué piensan de verdad los catalanes. Lo que a continuación se escribe son reflexiones sobre Catalunya, pero sobre una Catalunya vista desde fuera, con el inmenso margen de error que ello conlleva:
-          Nacionalismo español: El nacionalismo más radical, intolerante, excluyente y autoritario que existe en España es el nacionalismo español (el llamado españolismo). Esto puede obedecer a que, a día de hoy, es el que tiene la sartén por el mango. Pero también a un cierto complejo, un sentimiento de culpa no superado (en ocasiones, nostálgico) de saberse herederos del franquismo. Asimismo, escuece en Madrid el liderazgo económico, social y cultural que tradicionalmente han ejercido  - ahora, menos-  las “regiones periféricas” (así bautizadas, "con cariño", por el españolismo).
-         "Independentista" como insulto: Precisamente por lo anterior, choca comprobar cómo algunos españolistas se sacan la careta y empiezan a utilizar los términos “independentista”, o incluso “nacionalista”,  como si se tratasen de insultos. Se puede compartir o no la ideología, pero ser nacionalista o independentista es una opción tan válida como no serlo. La caverna españolista tilda a los independentistas de dementes, de ignorantes, y de estafadores. Según ella, los que apoyan  a los secesionistas han sido manipulados y engañados (son "tontitos" sin criterio propio).  Desde Madrid, los argumentos independentistas no se rebaten, se descalifican.
-          ¿Quién aporta más a quién?: ¿Catalunya a España, o España a Catalunya? Las estadísticas, como tantas veces, sirven para sostener una tesis y su contraria. Pero dejando al margen el “juego” de los números, la percepción general es que, en efecto, no parece razonable que comunidades históricamente subvencionadas terminen estando mejor que las comunidades que han subvencionado. Catalunya ha dado mucho más a España que España a Catalunya. A cambio, España ha devuelto a Catalunya desprecio y persecución. Dicho lo cual, parece evidente que detrás de la quiebra catalana está una lamentable gestión interna de la que España no es su principal responsable.
-          Rajoy, ante un  proceso irreversible:  Se supone que el presidente de los españoles  también es presidente de los catalanes, ya que los catalanes, al menos de momento, son españoles. Pues bien, Rajoy no ejerce de presidente de los catalanes. No les ecucha, no les tiene en cuenta, y califica de majadería la reivindicación expresada en libertad por dos millones de catalanes en la Diada del 11-S. A Rajoy ya lo conocemos: es de los que piensa que los problemas pequeños se solucionan solos, y que los problemas graves no se solucionan nunca, así que nunca hace nada, confiando en que el tiempo le vaya allanando el camino. Quizás se equivoque. Cuando los movimientos secesionistas prenden en el corazón de los pueblos y empiezan a ser expresados en las calles, los procesos ya son irreversibles. Será antes o después,  de forma pacífica o violenta, pero cuando el independentismo se hace fuerte suele salirse con la suya…
-          El anti catalanismo de Aznar: El españolismo venera a José María Aznar como gran referente. (Recuperar Perejil del asedio moro en heroica intervención terminó de encumbrarlo). Quizás ahora deberían pedirle explicaciones: ¿por qué sembró el país de un anti catalanismo tan exacerbado? ¿Le compensó, por un puñado de votos? La irresponsable persecución a Catalunya iniciada por Aznar es uno de los principales gérmenes de lo que ahora sucede.
-          Como dijo Cánovas…: ¿Por qué el españolismo ataca de un modo tan virulento las lenguas y las culturas vasca, gallega y catalana? ¿Les acompleja eso que dijo Cánovas en su día: “quien no puede ser otra cosa, es español”?  La persecución a las lenguas propias de Catalunya o de Galicia no hacen sino alimentar todavía  más los anhelos secesionistas. Es normal. En esa línea, ninguna declaración de ningún político independentista ha servido tanto a la causa como la ocurrencia de Wert (“españolizar Catalunya”). Si Catalunya termina independizada, el nuevo Estado debería instaurar como fiesta nacional la fecha en que el ministro pronunció su célebre frase, porque su aportación a la “Catalunya  lliure” ha sido decisiva. Y muchos otros creadores de opinión españolistas logran generar el efecto contrario al deseado, convirtiéndose en bastiones del independentismo: cada vez que hablan, más nacionalistas "se alistan".
-          Catalunya, más que Euskadi: Catalunya siempre ha poseído una mayor pulsión independentista que Euskadi o Galicia. En Euskadi, la sinrazón de ETA hizo más visible la reivindicación, pero los cimientos secesionistas catalanes son más sólidos, y estaban ahí desde hace tiempo, en compás de espera y pendientes de acontecimientos: la crisis y las provocaciones españolistas los han estimulado.
-          ¿Quién pierde más?  Con una hipotética independencia, ¿quién perdería más: España o Catalunya? Claramente, pierde más España. Catalunya haría realidad su anhelo; sería algo escogido, y la verdad, no conozco un sólo país que se haya arrepentido de alcanzar su independencia. Todos los que lo han hecho están encantados y ninguno daría marcha atrás. Catalunya saldría reforzada, mientras que  para España sería un duro golpe. También en lo económico, España perdería más que Catalunya. Resulta pobre argumentar que una Catalunya independiente estaría fuera del euro: primero, porque no tendría necesariamente que ser así, y segundo porque hay muchos países en Europa que tienen moneda propia y a los que no les va peor que a los de la zona euro. ¿Se  irían empresas de Catalunya, como vaticinan algunos, con la vena hinchada? Habría que verlo... O  tal vez llegasen otras, si las condiciones y las características del nuevo país fundado les interesasen más.
-          “No” a España:  Muchos catalanes no sólo están diciendo “sí” a un nuevo estado catalán, sino que también están diciendo “no” a España. Parece lógico que determinadas naciones incluidas en el estado español prefieran desvincularse de España si pueden hacerlo. España, hoy, es un país lamentable, condenado, corrupto, casposo y en claro retroceso, con un presente tan negro como su futuro. Seguir en España  cuando puedes “pirarte” es un suicidio, porque la actual España es lo peor. Catalunya siente un gran hartazgo de España. No es sólo que quieran ser catalanes, sino que quieren dejar de ser españoles.
-     "La mayoría silenciosa": Dice el PP que como dos millones de catalanes participaron en la cadena humana en favor de la independencia, hay otros cinco millones de catañanes que están en contra de la independencia. El 12 de octubre pasada hubo una manifestación "anti independencia" a la que acudieron 50.000 personas. Según la misma regla de tres, 6.950.000 catalanes estarían entonces a favor de la independencia. Lo de las "mayorías silenciosas" del PP es de chiste...
La gente, fuera de Catalunya (no sé si dentro también) resume todo este “tinglado” en una idea: si hubiese referéndum, ¿ganaría el “sí” a la independencia o el “no” a la independencia? Los que defienden el “sí” dicen estar convencidos de que ganaría el “sí”; los que están por el “no”, seguros del triunfo del “no”.  ¿Por qué se tiene miedo a la consulta? ¿Por qué se teme que un pueblo se exprese? ¿Por qué no se quiere escuchar a la gente? ¿Por qué Madrid se cierra en banda para impedirlo? ¿Acaso les asusta el día después de una hipotética victoria del “sí”? (En treinta y cinco años de democracia, en España sólo se han convocado dos referéndums: OTAN y Constitución Europea. Pues bien, Hugo Chávez, presentado en el mundo occidental como un tirano demente, consultó a su pueblo en catorce ocasiones en los últimos quince años, respetando también el resultado del referéndum cuando éste le fue adverso. ¿No dicen los políticos que hay que regenerar la democracia? Pues dejemos que la gente hable. "Habría que cambiar la Constitución", argumentan algunos, a lo que cabría responder: ¿acaso no se cambió en diez minutos para incluir el control del déficit? ¿Acaso la admiradísima Alemania no ha modificado su Carta Magna en decenas de ocasiones?)
Con referéndum o sin él, una muy significativa parte de Catalunya considera que le irá mejor fuera de España. Es normal. Para impedirlo, España debería dejarse de amenazas, mirar más allá de criterios puramente económicos, y detenerse un momento para intentar entender por qué tantos catalanes no quieren ser españoles. España debe hacer un esfuerzo y escuchar, sin prejuicios. En caso contrario, el proceso iniciado en Catalunya no tendrá marcha atrás.

@losdiasfuriosos

1 comentario:

  1. Si, pero España (el gobierno español) con su tan cacareada mayoría absoluta se considera en posesión de la verdad, no escucha. Nunca. Ni en este tema ni en ningún otro. Otra vez estamos en una dictadura. Bueno, si, escucha a Alemania.

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