- Nacionalismo español:
El nacionalismo más radical, intolerante, excluyente y autoritario que
existe en España es el nacionalismo español (el llamado españolismo).
Esto puede obedecer a que, a día de hoy, es el que tiene la sartén por
el mango. Pero también a un cierto complejo, un sentimiento de culpa no
superado (en ocasiones, nostálgico) de saberse herederos del franquismo.
Asimismo, escuece en Madrid el liderazgo económico, social y cultural que
tradicionalmente han ejercido - ahora, menos- las “regiones periféricas” (así bautizadas, "con cariño", por el españolismo).
- "Independentista" como insulto:
Precisamente por lo anterior, choca comprobar cómo algunos españolistas
se sacan la careta y empiezan a utilizar los términos
“independentista”, o incluso “nacionalista”, como
si se tratasen de insultos. Se puede compartir o no la ideología, pero
ser nacionalista o independentista es una opción tan válida como no
serlo. La caverna españolista tilda a los independentistas de dementes,
de ignorantes, y de estafadores. Según ella, los que apoyan a
los secesionistas han sido manipulados y engañados (son "tontitos" sin criterio propio). Desde Madrid, los
argumentos independentistas no se rebaten, se descalifican.
- ¿Quién aporta más a quién?:
¿Catalunya a España, o España a Catalunya? Las estadísticas, como
tantas veces, sirven para sostener una tesis y su contraria. Pero
dejando al margen el “juego” de los números, la percepción general es
que, en efecto, no parece razonable que comunidades históricamente
subvencionadas terminen estando mejor que las comunidades que han
subvencionado. Catalunya ha dado mucho más a España que España a
Catalunya. A cambio, España ha devuelto a Catalunya desprecio y
persecución. Dicho lo cual, parece evidente que detrás de la quiebra
catalana está una lamentable gestión interna de la que España no es su
principal responsable.
- Rajoy, ante un proceso irreversible: Se supone que el presidente de los españoles también
es presidente de los catalanes, ya que los catalanes, al menos de
momento, son españoles. Pues bien, Rajoy no ejerce de presidente de los
catalanes. No les ecucha, no les tiene en cuenta, y califica de
majadería la reivindicación expresada en libertad por dos millones
de catalanes en la Diada del 11-S. A Rajoy ya lo conocemos: es de los
que piensa que los problemas pequeños se solucionan solos, y que los
problemas graves no se solucionan nunca, así que nunca hace nada,
confiando en que el tiempo le vaya allanando el camino. Quizás se equivoque. Cuando los movimientos secesionistas prenden en el
corazón de los pueblos y empiezan a ser expresados en las calles, los
procesos ya son irreversibles. Será antes o después, de forma pacífica o violenta, pero cuando el independentismo se hace fuerte suele salirse con la suya…
- El anti catalanismo de Aznar: El españolismo venera a José María Aznar como gran referente. (Recuperar Perejil del asedio moro en heroica intervención terminó de encumbrarlo).
Quizás ahora deberían pedirle explicaciones: ¿por qué sembró el país de
un anti catalanismo tan exacerbado? ¿Le compensó, por un puñado de
votos? La irresponsable persecución a Catalunya iniciada por Aznar es uno de los principales gérmenes de lo que ahora sucede.
- Como dijo Cánovas…: ¿Por
qué el españolismo ataca de un modo tan virulento las lenguas y las
culturas vasca, gallega y catalana? ¿Les acompleja eso que dijo Cánovas
en su día: “quien no puede ser otra cosa, es español”? La persecución a las lenguas propias de Catalunya o de Galicia no hacen sino alimentar todavía más
los anhelos secesionistas. Es normal. En esa línea, ninguna declaración
de ningún político independentista ha servido tanto a la causa como la
ocurrencia de Wert (“españolizar Catalunya”). Si Catalunya termina
independizada, el nuevo Estado debería instaurar como fiesta nacional la
fecha en que el ministro pronunció su célebre frase, porque su
aportación a la “Catalunya lliure” ha sido decisiva. Y muchos otros creadores de opinión españolistas logran generar el efecto contrario al deseado, convirtiéndose en bastiones del independentismo: cada vez que hablan, más nacionalistas "se alistan".
- Catalunya, más que Euskadi: Catalunya
siempre ha poseído una mayor pulsión independentista que Euskadi o
Galicia. En Euskadi, la sinrazón de ETA hizo más visible la
reivindicación, pero los cimientos secesionistas catalanes son más
sólidos, y estaban ahí desde hace tiempo, en compás de espera y
pendientes de acontecimientos: la crisis y las provocaciones
españolistas los han estimulado.
- ¿Quién pierde más? Con
una hipotética independencia, ¿quién perdería más: España o Catalunya?
Claramente, pierde más España. Catalunya haría realidad su anhelo; sería
algo escogido, y la verdad, no conozco un sólo país que se haya
arrepentido de alcanzar su independencia. Todos los que lo han hecho
están encantados y ninguno daría marcha atrás. Catalunya saldría
reforzada, mientras que para
España sería un duro golpe. También en lo económico, España perdería más
que Catalunya. Resulta pobre argumentar que una Catalunya independiente
estaría fuera del euro: primero, porque no tendría necesariamente que
ser así, y segundo porque hay muchos países en Europa que tienen moneda
propia y a los que no les va peor que a los de la zona euro. ¿Se irían empresas de Catalunya, como vaticinan algunos, con la vena hinchada? Habría que verlo... O tal vez llegasen otras, si las condiciones y las características del nuevo país fundado les interesasen más.
- “No” a España: Muchos
catalanes no sólo están diciendo “sí” a un nuevo estado catalán, sino
que también están diciendo “no” a España. Parece lógico que determinadas
naciones incluidas en el estado español prefieran desvincularse de
España si pueden hacerlo. España, hoy, es un país lamentable, condenado,
corrupto, casposo y en claro retroceso, con un presente tan negro como
su futuro. Seguir en España cuando puedes “pirarte” es un suicidio, porque la actual España es lo peor. Catalunya siente un gran hartazgo de España. No es sólo que quieran ser catalanes, sino que quieren dejar de ser españoles.
- "La mayoría silenciosa": Dice el PP que como dos millones de catalanes participaron en la cadena humana en favor de la independencia, hay otros cinco millones de catañanes que están en contra de la independencia. El 12 de octubre pasada hubo una manifestación "anti independencia" a la que acudieron 50.000 personas. Según la misma regla de tres, 6.950.000 catalanes estarían entonces a favor de la independencia. Lo de las "mayorías silenciosas" del PP es de chiste...
- "La mayoría silenciosa": Dice el PP que como dos millones de catalanes participaron en la cadena humana en favor de la independencia, hay otros cinco millones de catañanes que están en contra de la independencia. El 12 de octubre pasada hubo una manifestación "anti independencia" a la que acudieron 50.000 personas. Según la misma regla de tres, 6.950.000 catalanes estarían entonces a favor de la independencia. Lo de las "mayorías silenciosas" del PP es de chiste...
La
gente, fuera de Catalunya (no sé si dentro también) resume todo este
“tinglado” en una idea: si hubiese referéndum, ¿ganaría el “sí” a la
independencia o el “no” a la independencia? Los que defienden el “sí”
dicen estar convencidos de que ganaría el “sí”; los que están por el
“no”, seguros del triunfo del “no”. ¿Por qué se tiene miedo a la
consulta? ¿Por qué se teme que un pueblo se exprese? ¿Por qué no se
quiere escuchar a la gente? ¿Por qué Madrid se cierra en banda para
impedirlo? ¿Acaso les asusta el día después de una hipotética victoria
del “sí”? (En treinta y cinco
años de democracia, en España sólo se han convocado dos referéndums:
OTAN y Constitución Europea. Pues bien, Hugo Chávez, presentado en el
mundo occidental como un tirano demente, consultó a su pueblo en
catorce ocasiones en los últimos quince años, respetando también el
resultado del referéndum cuando éste le fue adverso. ¿No dicen los
políticos que hay que regenerar la democracia? Pues dejemos que la gente
hable. "Habría que cambiar la Constitución", argumentan algunos, a lo
que cabría responder: ¿acaso no se cambió en diez minutos para incluir
el control del déficit? ¿Acaso la admiradísima Alemania no ha modificado
su Carta Magna en decenas de ocasiones?)
Con
referéndum o sin él, una muy significativa parte de Catalunya considera
que le irá mejor fuera de España. Es normal. Para impedirlo, España debería dejarse de amenazas, mirar más allá de criterios puramente económicos, y detenerse un momento para intentar entender por qué tantos catalanes no quieren ser españoles. España debe hacer un esfuerzo y escuchar, sin prejuicios. En caso contrario, el proceso iniciado en Catalunya no tendrá marcha atrás.@losdiasfuriosos
Si, pero España (el gobierno español) con su tan cacareada mayoría absoluta se considera en posesión de la verdad, no escucha. Nunca. Ni en este tema ni en ningún otro. Otra vez estamos en una dictadura. Bueno, si, escucha a Alemania.
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