IU / UPyD: dos formas diferentes de crecer

Izquierda Unida (IU) y Unión, Progreso y Democracia (UPyD) mejoran resultados y expectativas día a día. Así lo confirman diferentes encuestas de prensa y los  baremos sobre intención de voto publicados por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Son sondeos que evidencian además un severo castigo al PP y una alarmante falta de recuperación del PSOE. La ciudadanía parece tenerlo claro: la crisis lleva la firma de los dos grandes partidos. Pero, ¿tienen algo en común la subida de IU y la de UPyD? Veamos:

Izquierda Unida: Tras alcanzar una muy significativa representación parlamentaria en los tiempos de Julio Anguita, IU entró en barrena. El fortalecimiento del bipartidismo, la ley electoral -cruel con este grupo- y su propia pérdida de visibilidad a punto estuvieron de hacer desaparecer del mapa a la coalición. Sin embargo, incluso cuando los votantes le daban la espalda, la formación no cayó en la tentación de desviarse de su rumbo. No importa aquí si sus planteamientos se comparten o no; me refiero ahora a un concepto fundamental en la actualidad, el de coherencia política, la convicción de ir hasta el final con unas ideas, aún a costa de perder votos, o de ser en ocasiones poco menos que ridiculizado.

Llamazares y su equipo no cejaron en su empeño, no se doblegaron, perseveraron y remaron en mitad de la tormenta, manteniéndose fieles a sí mismos. Y ahora empiezan a asomar los resultados, una recompensa a un partido que va de frente, que se presenta sin medias tintas ante el electorado y al que el tiempo ha terminado por dar la razón en no pocos asuntos. Se trata, además, de un partido que ofrece una fórmula concreta y diferente para salir de la crisis, que tiene un argumentario definido... ¿Funcionaría esa fórmula? No lo sabemos. Lo que sí sabemos es que la fórmula actual no funciona.

Puede gustar o no, se le puede votar o no, pero IU es lo que es. Desde luego, no es un fraude ni una fantasmada: es una opción que se demuestra más que válida. No persigue sacar tajada electoral de la crisis, sino que es la propia crisis la que ha conducido a muchas personas hacia una izquierda más reconocible y definida que la que puede ofrecer hoy el PSOE. Izquierda Unida se ha ganado una oportunidad y su crecimiento, más que justificado, parece ir claramente a más. Incluso se podría decir que su auge responde a una premisa lógica: si haciendo lo que estamos haciendo nos va tan mal, y cada vez peor, ¿por qué no buscar otro tipo de respuestas y de soluciones?

Unión, Progreso y Democracia: En cambio, ¿qué podemos decir del otro partido que mejora resultados al calor de la crisis?

¿Qué opina UPyD acerca de los grandes asuntos de Estado? ¿Cuál es su posicionamiento político exacto en las cuestiones sustanciales? ¿Alguien me puede resumir su ideario, sus propuestas, qué defiende y qué no, cuáles son sus soluciones, sus fórmulas, su modelo, sus prioridades...? ¿Qué se esconde bajo la fachada (sin doble sentido) de unas siglas y de dos rostros conocidos? ¿Hay algo? ¿Qué piensa este partido sobre cualquier cosa? ¿Qué votan los que lo votan? Y es que a veces parece que UPyD es el partido de la nada.

Rosa Díez encarna un populismo primitivo. Dice en cada momento lo que considera que le hace ganar votos: hoy puede ser blanco y mañana negro. El partido es ella, y ella es el partido, entregados siempre al sol que más calienta.

En sus intervenciones, Díez alecciona, dogmatiza, se expresa con unos aires de superioridad que no dejan de provocar cierta hilaridad, proviniendo de una dirigente  que acumula en su carrera bastantes más frustraciones y complejos que éxitos y méritos. Me agrada ver, en todo caso, cómo Zapatero, antes, y Rajoy, ahora, ningunean y ridiculizan a UPyD -y más específicamente a Díez- en las sesiones parlamentarias, dejando en evidencia el nulo calado ideológico de la formación: es preciso desenmascarar a este partido, que a base de frasecillas simplonas, de topicazos de taberna y de no posicionarse en nada, va pescando votos aquí y allí... votos perdidos.

Resulta grotesco, por ejemplo, que Díez pretenda abanderar ahora una "regeneración democrática" (expresión que, de por sí, no significa nada: a Rosa le encantan las frases huecas que suenan bien) cuando ella misma lleva participando y beneficiándose del "status quo" político durante décadas. ¿Se puede ser socialista durante toda la vida y, de repente, ya mayorcita, y cuando  prescinden de ti a causa de tu nefasto papel en Euskadi, crear un partido de centro-derecha? O engañabas antes, o engañas ahora, o ambas cosas...

La aceptación inicial de UPyD entre cierto electorado puede irse diluyendo a medida que las cuotas de poder que vaya alcanzando obliguen al partido a sacarse la careta, a decidir, a mojarse, a decirnos al fin a qué juega... Una formación que encuentra en el populismo su columna vertebral parece estar condenada a una corta vida, aunque sí es cierto que el auge de los "partidos vacíos" puede resultar sintomático de algo más grave y sistémico: la falta de "altura" en el escenario político nacional. Me encantaría hacer una encuesta entre los votantes de Díez. "¿por qué vota usted a este partido?", preguntaría. Quizás la respuesta más frecuente sería: "porque UPyD quiere suprimir los coches oficiales, que son el gran problema de este país".

Ex militantes y ex dirigentes expulsados de delegaciones de UPyD, hablan de un partido enfermizamente personalista, sin ideología, sin trasfondo, y condicionado por las ocurrencias de Díez. "UPyD" es un fraude", concluye uno de ellos.

Son en definitiva, dos formas diferentes de crecer en tiempos de crisis: Izquierda Unida, el partido de la coherencia, frente a UPyD, el partido hueco. La prueba de que uno va en serio y el otro no es el tratamiento mediático que reciben: Izquierda Unida preocupa y molesta, así que los medios le intentan hacer el vacío o le desacreditan, casi siempre con una sonrisilla paternalista en la boca mientras cacarean aquéllo de "esos pobres utópicos trasnochados...". En cambio, a UPyD y a Díez les "dan bolilla" por derecha e izquierda (quizás más por derecha), les ríen las gracias y ofrecen conveniente altavoz a las soflamas facilonas de Rosa, esa joven reformista...

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