miércoles, 25 de marzo de 2015

Andalucía: pecado y penitencia

Apenas habían transcurrido unas horas desde la celebración de las elecciones andaluzas. Apenas habían transcurrido unas horas y la número 9 del PSOE por Jaén era detenida. Apenas habían transcurrido unas horas y dos Delegados de Empleo de la Junta y otros 15 ex altos cargos también eran arrestados. Apenas habían transcurrido unas horas y el juez Ruz confirmaba la existencia de una caja B en el PP. Apenas habían transcurrido unas horas y el auto del magistrado refería la financiación ilegal de al menos cinco campañas electorales de los populares. Apenas habían transcurrido unas horas desde que PSOE y PP aglutinasen 83 de los 109 diputados en litigio. “Disfruten lo votado”, escribía un lacónico tuitero.

¿Qué más tienen que hacer PSOE y PP para que la gente los mande para casa? Paro, corrupción, mentiras, falta de soluciones… Tal y como está Andalucía y tal y como está el PSOE, los resultados obtenidos por Susana Díaz no deberían ser analizados por politólogos sino por exorcistas. Tal y como está España y tal y como está el PP, cuesta creer que los populares sigan recibiendo el voto de uno de cada cuatro electores.

Hay gente con estrella, con suerte. Los últimos escaños que reparte cada provincia suelen dirimirse en favor de un partido o de otro por un puñado de votos: unos caen de un lado, otros caen de otro. En un escenario con cinco partidos aspirando a esos “diputados a cara o cruz”, Susana Díaz se los lleva en cinco de las ocho provincias. En un PSOE a la deriva y con un secretario general muy cuestionado, estos resultados la posicionan como candidata a todo. Si tiene el valor de expulsar a Griñán y a Chaves (tal y como  se le pedirá  con el objetivo de examinarla y, si es posible,  debilitarla), si lo hace, vía libre hacia La Moncloa.

PP. Peor incluso que en sus previsiones más pesimistas. Sin embargo, que logren mantener 33 escaños y un 25% de voto, mejorando los resultados de las últimas europeas, no deja de resultar sorprendente. Es obvio que el suelo electoral del PP sigue siendo muy alto. Por muy mal que lo hagan, hay personas que seguirán votándoles sí o sí. Como a los populares no les interesa demasiado hablar de la realidad de España, ahora se entretienen con Venezuela. El gran argumento electoral del PP es el "más vale malo conocido..." . Patético.

Y si el techo electoral del PP es alto, el techo de Podemos quizás sea demasiado bajo. Existe un muy significativo segmento de población que jamás votará a Podemos. Esta circunstancia limita las expectativas del partido de Iglesias. Se intuía que Podemos había hecho cumbre demasiado pronto, y que 2015 se le iba a hacer largo:  persecución mediática, desgaste interno y friquismo de algunos oportunistas ensuciando la marca.  Cádiz, una de las provincias más deprimidas de España, otorga a Podemos un gran resultado, confirmando que la pobreza y la frustración (muy abundantes en España) están con Podemos. En un país tan acostumbrado a la corrupción,  la gente limpia genera desconfianza.

En cambio, ¿cuál es el techo de Ciudadanos? A priori, no lo tiene. Podría llegar a convencer y a cautivar a personas de todo tipo de estratos, edades e ideologías. Rivera, hábil, está midiendo mejor los tiempos. Su enorme presencia en la campaña andaluza responde al intento de que se le empiece a identificar como un político nacional y no como un político catalán. Molestando más de la cuenta al  PP, que se preparen también en Ciudadanos para la cacería mediática que pronto se activará contra ellos.

IU: triste e injusto. Ideas sobre las que cabalga el éxito de Podemos llevan siendo defendidas desde hace décadas por Izquierda Unida, pero su pésima estrategia electoral  y su incapacidad para adaptarse a una nueva forma de hacer política les coloca en situación límite.
De lo más positivo de las andaluzas: el bluff UPyD se desinfla. Si continúa Rosa Díez al frente, el partido estará acabado.

La ley electoral española colisiona frontalmente con una de las premisas básicas de la democracia: que todos los votos tengan el mismo valor. El sistema está pensado para perpetuar a los partidos mayoritarios. Aún así, en Andalucía y previsiblemente en España, los Parlamentos se fragmentan: se acabaron las mayorías absolutas, los rodillos, los decretos... Toca escuchar, dialogar y consensuar. A algunos les va a costa mucho.
Parece una paradoja, casi una contradicción: al mismo tiempo que da la sensación de que Podemos y Ciudadanos han llegado para quedarse, también parece que el anunciado descanse en paz del bipartidismo no se producirá tan fácilmente. Tras la victoria en Andalucía de un PSOE asolado por la corrupción y el paro, la cloaca popular aspira a ganar en Madrid, Valencia, o Santiago... Muy difícil de digerir. Como los andaluces, en el pecado llevaremos la penitencia.
@RubenReyM

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