viernes, 22 de mayo de 2015

24-M: banco de pruebas

"Con todo lo que ya se sabe, muchos volverán a ser votados, y tendremos que admitir que somos un país de mierda". José Sacristán.

Recientemente, el rotativo británico “The Guardian” publicaba un interesantísimo artículo: “¿Por qué seguimos votando a idiotas?”. Lo explicaba en base a dos principios de la psicología: el “efecto Dunning-Kruger” y la “ley de la futilidad de Parkinson”. Las conclusiones son descorazonadoras: las personas menos inteligentes suelen tener un alto concepto de sí mismas y una elevada autoestima (el atrevimiento de la ignorancia),  lo cual les permite ser convincentes y ofrecer aparentes soluciones sencillas a problemas complejos. Asimismo destinan muchos esfuerzos a temas insignificantes pero muy cercanos al público, y pasan por alto los asuntos realmente delicados. Por el contrario, las personas inteligentes dudan, analizan, saben que las soluciones no son tan sencillas, van a lo importante antes que a lo urgente... y eso les aleja de la gente. Si eres inteligente y culto, y quieres triunfar en política, disimula. “No todos los políticos son idiotas, pero la mayoría sí”, concluye The Guardian.


En España no hay 10 millones de empresarios del IBEX. No hay 10 millones de comisionistas corruptos. No hay 10 millones de aristócratas, nobles, duques y duquesas, condes y condesas.  No hay 10 millones de grandes fortunas. No hay 10 millones de directivos de empresas beneficiarias de las privatizaciones. No hay 10 millones de nostálgicos. No hay 10 millones de xenófobos ni de integristas cristianos. Ni hay 10 millones de evasores amnistiados, ni 10 millones de “amiguetes”... Entonces, ¿quién vota al PP? El suelo electoral de los populares lo componen obreros, autónomos, familias, usuarios de la sanidad y de la educación públicas, pensionistas recortados, quizás incluso parados y dependientes, setecientoseuristas…. ¿Cómo se explica? ¿Vota el pueblo contra sí mismo? Sólo hay una cosa más frágil que la palabra de un político; la memoria de sus votantes

Los partidos nuevos, que enarbolan la bandera de la regeneración democrática y del exterminio de la casta, no pueden permitirse el lujo de pactar ni con PP ni con PSOE; en caso de hacerlo perderían credibilidad, frenarían el cambio que anuncian, y generarían un gran desencanto entre su electorado, que vería que al final entregan sus votos a cambio de una cuota de poder. Es decir, más de lo mismo. Estos comicios son una especie de banco de pruebas estratégico para las generales. Por tanto, tras las municipales, y en previsión de que las mayorías absolutas pasen a la historia, podemos encontrarnos ante un escenario de incapacidad para formar gobierno en muchísimos lugares del país, tal y como viene sucediendo en Andalucía.

Esto se acentúa mucho más a la hora de pactar con el PP: ¿cómo una formación regeneradora, como en este caso Ciudadanos, puede permitirse el lujo de pactar con el partido de la corrupción, la amnistía fiscal, las mentiras…? Imposible. De hecho, no resultaría extraño que acabasen siendo PP y PSOE los que pactasen entre ellos para permitirse mutuamente formar gobiernos en diferentes puntos: yo posibilito tu investidura en Andalucía, y tú la mía en Madrid. Y así. Ese trapicheo de votos no se lo pueden permitir Podemos o Ciudadanos. Todavía no…

Como en las urnas ya no le van a salir las cuentas, y al PP sólo le gusta la democracia cuando gana, vuelven a la carga con ese ataque frontal al sistema (y eso que los “antisistema “ son los otros) que consiste en que gobierne siempre la lista más votada. Ataque contra la democracia… y contra las matemáticas: si tú logras, imaginemos, el 30%  de los votos, eso significa que el 70% del electorado no te ha elegido para gobernar. Tal y como está ahora está bien: o mayorías absolutas, o a pactar. Y quien no sepa o no quiera pactar, ni consensuar, ni llegar a acuerdos, ni escuchar... no podrá gobernar
El 24-M será un interesante banco de pruebas ante las generales: sobre las tendencias del electorado, sobre los pactos o no pactos, sobre la gobernabilidad o no gobernabilidad, y en aquellos lugares donde las Mareas, o los partidos cercanos a Podemos, o Ciudadanos tomen poder, también un test acerca de cómo gobernarán. Porque sí, gane quien gane, al día siguiente volverá a salir el sol, por mucho que el PP insista en que o ellos o el apocalipsis.

Se den los resultados que se den, y a pesar de la absoluta perplejidad que genera el hecho de que PP pueda conservar, por ejemplo, Madrid o Valencia  (la misma que provocó el triunfo del PSOE en Andalucía),  lo cierto es que algo sí está cambiando, y ya es parte del triunfo de las nuevas formaciones. En los albores de lo que parece una nueva etapa, hay gente que, muchos años después, vuelve a tener  ilusión, motivación e interés  por las elecciones y por la política como herramienta transformadora. La alarma le está sonando a los viejos partidos, De hecho, en naciones de mayor higiene democrática, PP y PSOE ya habrían sido exterminados de la vida política. Porque así no se puede seguir. Y si todo continúa igual, habremos que darle la razón a José Sacristán: “con todo lo que ya se sabe, muchos volverán a ser votados y habrá que admitir que somos un  país de mierda”.
@RubenReyM

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