martes, 23 de abril de 2013

Boston - Irak - África


Una semana siguiendo minuto a minuto y conociendo al detalle todos los pormenores del macabro atentado de  Boston. Pocas horas después de las explosiones ya sabemos los nombres y las circunstancias vitales de los fallecidos, qué hacían allí, cuáles eran sus ilusiones, si tenían familia… Países de todo el planeta expresan su solidaridad con Estados Unidos. Los medios de comunicación se vuelcan con el suceso. Se intensifica (aún más) el debate sobre el terrorismo, sobre la seguridad. Dos trastornados han asesinado a tres personas en América: la tragedia de Boston invade el mundo.
Dos días después, 27 personas (niños incluidos) mueren en una cafetería de Bagdad tras la explosión de una bomba. Ni caso. No se trata de medir los atentados al peso, en función del número de muertos, pero sí es cierto que en Irak “salimos” a diez o quince víctimas diarias desde que a unos iluminados con delirios de grandeza se les ocurrió  ir allí en busca de bombas imaginarias. Dejaron al país sumido en el caos más absoluto y con la violencia como forma de vida. Pero no pasa nada. Lo mismo en Afganistán, en Libia, en Siria… Todos esos muertos no  parecen contar. Supongo que sus vidas valen menos,  que no tienen proyectos, ni madres, ni hijos, que nadie sufre por sus pérdidas…. En realidad no tienen ni nombre. Son muertos de segunda. Ninguna televisión les preparará reportajes a cámara lenta y con musiquitas conmovedoras. Occidente no se siente ni responsable ni aludido por sus muertes. No habrá minutos de silencio por ellos.

Un muerto occidental en atentado terrorista es un muerto de primera, con mucho más “peso”, por ejemplo, que un niño africano al que la comunidad internacional deja morir de hambre. Esa vida no interesa a nadie. Que un bebé muera desnutrido en un país perdido de África no se considera terrorismo. También es un muerto de segunda… o de tercera. Ni punto de comparación con el pequeño Martin: su vida sí que tenía valor.

@losdiasfuriosos
losdiasfuriosos@gmail.com


martes, 9 de abril de 2013

La ´marca España`: otra payasada

Ahora andan a vueltas con lo de “la marca España”. Que si “la marca España” por aquí, que si “la marca España” por allá, que si hay que cuidar “la marca España”, que si debemos fomentar “la marca España”. Insisten en tomar a la gente por idiota. Lo de “la marca España” es la penúltima mamarrachada. ¿A qué se referirán cuando hablan de “la marca España”? A mí se me ocurren algunas señas de identidad, rasgos de la actual España que, a buen seguro, no pasan desapercibidos en el extranjero. Pongamos algunos ejemplos de “marca España”:

miércoles, 3 de abril de 2013

El ciudadano es el enemigo (´escraches`, líneas rojas y anti política)

La anti política, la anti representatividad, la anti democracia. Partidos y dirigentes políticos escapando de los ciudadanos, protegiéndose de ellos, temerosos: cuánto más lejos, mejor. Marcando las distancias con la gente a la que, en teoría (sólo en teoría), representan. Gobernantes miedosos de su pueblo, huidizos, aislados, empleando recursos públicos para blindarse ante los ciudadanos, que según se ve, son el enemigo. Congresos provinciales del PP que cambian de sede para dar esquinazo a la gente, actos públicos en lugares poco accesibles y “tomados” por la Policía, concejales evacuados con nocturnidad por las ventanas del Consistorio, plenos municipales a puerta cerrada, agendas de políticos cambiadas a última hora para “librarse” de la molesta gente que les espera, Interior pidiendo “contundencia” contra las protestas, . Y mientras, las comparecencias en el Congreso de los Diputados y en los parlamentos autonómicos (sedes de la soberanía popular) se reducen a la mínima expresión, al igual que las ruedas de prensa, siempre con preguntas filtradas, o directamente sin preguntas (o con plasmas de por medio, la última moda). Ya ni siquiera se molestan en dar explicaciones, quizás porque no las hay...  Pues éste es el panorama, el desolador resumen de la relación que mantienen a día de hoy los políticos con los ciudadanos: es el mundo al revés.